Ponga a un Franz Ferdinand en su festival y triunfe

Más de 20.000 personas asisten al concierto de Morrissey (Foto: C. Hernández)
Más de 20.000 personas asisten al concierto de Morrissey (Foto: C. Hernández)
Clara Hernández
Más de 20.000 personas asisten al concierto de Morrissey (Foto: C. Hernández)

Los escoceses Franz Ferdinand son algo así como lo que en el fútbol vendría a ser una selección alemana: demoladora, incombustible y casi perfecta.

Poseen un directo impecable y ni una muestra de agotamiento tras facturar más de una hora de rock energético (así fue en FIB, y en el MetroRock, y en los numerosos conciertos de su tour europeo).

Su música no es la más innovadora, pero prácticamente todos sus temas son redondos. Definitivamente, ¿de dónde han salido estas bestias?

Morrissey, la visita de una divinidad

Antes de los galeses, la puesta de sol estuvo protagonizada por el esperadísimo cabeza de cartel de la jornada: el ex lider de The Smiths, Morrissey.

Su presencia en el cartel del FIB había provocado sentimientos agridulces: por una parte, la espectación de poder ver a uno de los grandes músicos de culto británico de las últimas dos décadas; por otro, el recuerdo de un plantón a este mismo festival sólo dos años antes.

Esta vez, sí llegó. No pidió perdón por la ausencia en 2004, ni a nadie se le ocurrió pedirle cuentas: al fin y al cabo, Morrisey, más cerca de lo divino que de lo humano, trasciende a cancelaciones de última hora, a vuelos que nunca llegan a despegar, al bien y al mal.

Sin embargo, sí que dio las gracias repetidamente al público por su asistencia y vistió a sus músicos de rojo -él de amarillo- en homenaje a los colores de la bandera española, la cual llegó a vestir a modo de delantal.

Poco antes, bromeaba sobre la educación conservadora de las madres españolas.

Todo perdonable a un músico cuya sola presencia infunde respeto y que supo envolver con emoción, a través de su voz gruesa y personal, un repertorio que hubiera extasiado -todavía más- dentro de una sala más íntima.

Jay Jay Johanson, brillante y tímido

Otra de las citas reseñables de la noche la protagonizó un modesto Jay Jay Johanson, que no paró de sonreir, intimidado, ante los aplausos feroces de su público.

El rubicundo y flacucho Jay Jay combinó su faceta de crooner electrónico (algo así como un Frank Sinatra adaptado a los tiempos del house-jazz), con una voz intensa y los temas disco de su último álbum.

Éste no ha suscitado tan buenas críticas como los anteriores, pero hay que decir que funciona sorprendentemente bien sobre el escenario.

Poco después, el cantante finalizaba su concierto a tiempo para asistir al de los belgas Soulwax -el cual siguió de principio a fin- y que se convirtió en una de las citas más bailables y desenfrenadas de toda la jornada.

¿Qué tiene Rufus?

También el cantautor Rufus Wainwright, que está de moda, congregó a un público numeroso.

Pero su directo no logró despertar el mismo interés que su curriculum (Rufus es un estrafalario neoyorkino, canadiense de adopción, amante de la ópera y de los trajes de lunares, que embaucó a su familia para formar un grupo de música y que hace no mucho salió del armario).

Si la oferta del sábado atrajo a más de 30.000 personas, la del domingo no se queda atrás.

Se esperan las actuaciones de Depeche Mode, Placebo y dEUS, entre otros.

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